Cada kilómetro pesa en la espalda
como mil kilos de impotencia que impiden avanzar. Necesidad imperante de un
roce entre dos almas vacías ansiosas de llenarse. Las cadenas ya oxidadas pesan
en los tobillos angostos y mutilados.
Las mentes afligidas intentan hacer
volar a los cuerpos señalados por la cicatrices que lucharon por la libertad,
evocando paisajes en los que el panorama exterior es irrelevante, tiempos en
los que no se necesita mirar el reloj, climas que no son sentidos, todos
eclipsados por dos cuerpos paralelos protagonistas de toda una realidad.
Mirada a los ojos sin vida que
intentan agarrarse a un aliento de esperanza, prácticamente ya extinta que da
las últimas bandadas antes de desfallecer.