miércoles, 20 de abril de 2016

Pluma caída

Cada kilómetro pesa en la espalda como mil kilos de impotencia que impiden avanzar. Necesidad imperante de un roce entre dos almas vacías ansiosas de llenarse. Las cadenas ya oxidadas pesan en los tobillos angostos y mutilados.

Las mentes afligidas intentan hacer volar a los cuerpos señalados por la cicatrices que lucharon por la libertad, evocando paisajes en los que el panorama exterior es irrelevante, tiempos en los que no se necesita mirar el reloj, climas que no son sentidos, todos eclipsados por dos cuerpos paralelos protagonistas de toda una realidad.

Mirada a los ojos sin vida que intentan agarrarse a un aliento de esperanza, prácticamente ya extinta que da las últimas bandadas antes de desfallecer.


En el cielo un pájaro vuela, desea el cielo y este lo corresponde dejando que surque sus infinitas orillas. Libre extiende sus alas y se hace uno con el infinito mar que se confunde sobre la tierra.

miércoles, 13 de abril de 2016

Burbuja

Encerrado, aislado, solo, seguro. Los sonidos me envuelven, pero no penetran en mi sien. Sentado en un rincón, ganas de encogerme sobre mis entrañas. Maremágnum caótico de sonido irrita mi mente, contagiando sus ganas de explotar, exclamar impasible la rabia que se contiene por los muros del respeto, solo hallable ya en viejas memorias. ¿Cómo sonaría un mundo sin sonido, en el que ni el palpitar de un corazón en la lejanía pueda ser oído, simplemente porque no late por un instante? Un mundo en el que la gran herramienta que avanza incesante pare sus engranajes solo para gozar del ruido silencioso del mundo vacío. 

martes, 12 de abril de 2016

Grito

¿Conoces esa presión que te hunde el pecho y te corta la respiración? Esa que cuando miras, pensando que el peso del mundo se ha posado por un segundo a descansar encima de tu corazón, resulta ser el espacio que debería ser cubierto por afecto pero que solo alberga vacío. Esa sensación que te hace tener ganas de gritar con todas tus fuerzas para intentar tapar ese silencio ensordecedor. Ese momento en el que sabes que la muestra más pequeña de empatía te haría llorar por todo aquello por lo que has callado. ¿Y no es lo más irónico de todo que esa sensación de presión que te quita la vida, no la produzca otra cosa sino el vacío?


El vacío nos llena, el vacío nos exprime, el vacío nos vacía y nos aplasta como insignificantes criaturas. Nos hace odiar el sentir sintiendo. Y a la vez, nos da la vida quitándonosla. Que gracioso que es el ser humano, que solo sabe que está vivo cuando desea no estarlo, que solo entiende lo que es sentir cuando odia al propio sentir. Y más gracioso todavía es que ese sentir que se odia a sí mismo es el que le da la vida.


Ando y no necesito un destino, suspiro y me hundo en mí mismo. Miro a los ojos de quienes me rodean, busco una mirada profunda, me fijo en un charco y la profundidad del abismo me marea. Siento el desesperado intento de agarrarme a algo que no se desvanezca y me salve de la caída. Ayuda... Por favor... Termina el suspiro. Otra vez me llena el vacío.

¿No deseas dormir? Siempre. Cierra los ojos. Un último suspiro. Vuela.